2014-03. Crítica. CD-008. Brunetti, Retrato de Il Maniatico. El Arte de la Fuga
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2014-03. Crítica. CD-008. Brunetti, Retrato de Il Maniatico. El Arte de la Fuga

2014-03. Crítica. CD-008. Brunetti, Retrato de Il Maniatico. El Arte de la Fuga

El Arte de la Fuga, 26-11-2013. Eduardo Torrico. Redescubriendo a Brunetti gracias a la Barroca de Sevilla

«estamos ante una de las mejores orquestas historicistas del mundo (dicho sea sin el más mínimo atisbo de pasión patriotera). En segundo lugar, que, ya sea en su faceta de violonchelista o en su faceta de director, Coin resulta siempre prodigioso. En tercer lugar, que Andueza vive en un permanente estado de gracia del que ojalá tarde muchos años en salir (si es que está obligada a salir de él alguna vez). Y en cuarto lugar, que Brunetti fue un excelente compositor y que no es de recibo, se mire como se mire, la postergación de la que ha sido objeto y de la que, por fortuna, parece que empieza a salir.»

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Crítica completa:

Redescubriendo a Brunetti gracias a la Barroca de Sevilla 

Eduardo Torrico 

Resulta difícil de comprender el ostracismo al que el movimiento historicista parece haber condenado a Gaetano Brunetti. A pesar de la importancia que tuvo este compositor en la vida musical de la España de la segunda mitad del siglo XVIII, hasta la fecha sólo se habían grabado dos discos suyos con criterios e instrumentos originales: el ya legendario del Concerto Köln, con tres sinfonías, en Capriccio (año 1994), y el del Shuppanzigh-Quartett, con cuatro cuartetos para cuerda, en CPO (2001).Todas las demás grabaciones fonográficas (que tampoco son tantas, apenas una decena) fueron realizadas por orquestas tradicionales y casi la mitad de ellas se acometieron en los años 50 del pasado siglo. Sin embargo, en los últimos meses parece que Brunetti empieza a suscitar el interés que realmente tiene y su música empieza a sonar en salas de conciertos. La Ritirata, por ejemplo interpretó por primera vez en tiempos modernos el pasado 9 de noviembre un cuarteto suyo en el Auditorio Nacional y la Fundación Juan March acaba de programar un ciclo dedicado a quien fuera el músico predilecto de Carlos IV de España. A ello hay que unir este disco que ahora nos presenta la Orquesta Barroca de Sevilla, bajo la batuta en esta ocasión de Christophe Coin, que también ejerce de violonchelo solista, y junto a la soprano navarra Raquel Andueza. 

La vida y la trayectoria musical de Brunetti guardan cierto paralelismo con la de Luigi Boccherini. Nacieron casi al mismo tiempo (1744 y 1743, respectivamente)  y en ciudades no muy distantes (Fano, en Las Marcas, y Lucca, en Toscana). Los dos se instalaron en Madrid, los dos trabajaron para los Borbones y los dos fallecieron en esta tierra (Boccherini, en la capital; Brunetti, en Colmenar de Oreja). Les diferenciaron, eso sí, no pocas cosas: Brunetti destacó como violinista y Boccherini lo hizo como violonchelista; Brunetti gozó del favor de Carlos IV, en tanto que el monarca se la tuvo jurada a Boccherini; Boccherini fue conocido en toda Europa, mientras que la fama de Brunetti apenas trascendió de la corte de Madrid…  

Llegó Brunetti a la capital de España con apenas 17 años cumplidos y con 24, siendo ya un reputado violinista, obtuvo plaza en la Real Capilla de Carlos III. Eso le sirvió para ser maestro de violín del Príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, y para que se le encomendara la parte musical de las festividades que se celebraban en verano en el palacio de Aranjuez. Con el ascenso al trono del príncipe, ingresó en la Real Cámara (1789), de la que finalmente sería director en 1796. Pero mucha “culpa” de aquellos nombramientos tuvo que ver con la inquina que Carlos IV le profesaba a Boccherini, quien sin duda atesoraba más méritos musicales para ocupar el cargo que su compatriota y, según la leyenda nunca confirmada, enemigo. 

Parece que Dios no llamó a Boccherini por el camino de la diplomacia. En cierta ocasión, su patrón, el infante Luis, llevó al compositor de Lucca a que escuchara tocar el violín a Carlos IV. Era un violinista diestro, según refiere en sus crónicas el compositor y musicólogo Baltasar Saldoni, pero Boccherini no tenía esa opinión y así se lo hizo saber al propio monarca después de que éste interpretara varios cuartetos de cuerda. Entendía que carecía de sentido rítmico y que no se ajustaba nunca al compás. Carlos IV zanjó la cuestión con una frase lapidaria: “El rey no espera a nadie”. Le puso la cruz a Boccherini, que aspiraba a dirigir la Real Cámara, y eso, claro está, allanó el camino a Brunetti. 

El catálogo de Brunetti, que ha establecido el máximo especialista en este compositor, Germán Labrador (Universidad Autónoma de Madrid), es amplio. Se conservan 346 obras y se sabe que al menos otras 78 se hallan extraviadas. La mayor parte de ellas corresponden al apartado instrumental, tanto de cámara como orquestal; pero también escribió piezas vocales profanas y religiosas. Este registro de la OBS se convierte, pues, en un excelente compendio de lo que fue Brunetti, pues contiene dos sinfonías, dos arias profanas para tiple y orquesta, y una lamentación para Miércoles Santo. Con ser todas ellas de incuestionable atractivo, quizá la que resulte más impecable en sus hechuras sea la que cierra el programa, la Sinfonía nº 33 en Do menor con Violoncello solo “Il Maniatico”, de 1780, la cual es un buen ejemplo de la estética del Sturm und Drang musical. Se trata, además, de una sinfonía de carácter, género se extendería algún tiempo después por toda Europa. La obra describe las tribulaciones de un personaje, representado por el violonchelo, y los esfuerzos de sus compañeros, que son los demás instrumentos de la orquesta, por sacarle de su aflicción.   

El disco viene a confirmar muchas cosas. En primer lugar, que estamos ante una de las mejores orquestas historicistas del mundo (dicho sea sin el más mínimo atisbo de pasión patriotera). En segundo lugar, que, ya sea en su faceta de violonchelista o en su faceta de director, Coin resulta siempre prodigioso. En tercer lugar, que Andueza vive en un permanente estado de gracia del que ojalá tarde muchos años en salir (si es que está obligada a salir de él alguna vez). Y en cuarto lugar, que Brunetti fue un excelente compositor y que no es de recibo, se mire como se mire, la postergación de la que ha sido objeto y de la que, por fortuna, parece que empieza a salir.  

El disco se consume con voracidad por todo lo dicho y porque, además, la presentación es excelente: junto a lo atractivo del diseño de la portada (eso sí, no he sido capaz de encontrar ninguna indicación sobre el grabado del personaje que aparece en la carátula mesándose los cabellos cual maniático), las notas informativas, debidas al antes mencionado Germán Labrador, contribuyen sobremanera a aclarar infinidad de aspectos sobre la vida y la obra de Brunetti. En definitiva, una auténtica joya para todo el que se precie de ser melómano, pero sobre todo para los amantes de la música española del XVIII. 

Fuente: http://www.elartedelafuga.com/shop/detalle.aspx?id=79836

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